Hace una semana mi cuñado me dijo «¡Trajiste a tu hijo a un mundo desturcado!» Tiene toda la razón.
Cuándo estaba embarazada vi la película de Supermán y pensé: «quiero que mi hijo haga algo por este mundo desturcado». No sé porque pero siempre he tenido la sensación de que Joaquín está destinado a grandes cosas, tal vez todas las mamás piensan que sus hijos (e hijas) son la última coca cola del desierto.
Desde que estaba adolescente he tenido una necesidad idealista de hacer algo para arreglar este chiquero al que le llamamos tierra. Renuncié a 2 trabajos porque sentía que no estaba haciendo nada que aportara a la sociedad. Mi papá tenía una vena hippie revolucionaria y guerrillera que me heredó y aún llevó en el hígado.
Soy idealista, creo que con un granito de arena desde mi casa educando a mi hijo para que no sea un macho abusivo y comprometido con una causa mayor puedo hacer la diferencia, creo que escribiendo en este blog acerca de mi experiencia como madre y mujer estoy aportando para que las mujeres defiendan y exijan sus derechos. Pero en estas últimas semanas lo único que siento es que la cagué trayendo a Joaquín a un mundo que cada vez está mas lleno de odio.
Las minorías siguen siendo eso, minorías, la democracia no existe y nadie hace nada, ni yo, porque tengo miedo, porque prefiero la «comodidad» que he conseguido hasta ahora. Son pocos (y pocas) los que se atreven a levantarse y defender una causa justa. Quisiera tener la valentía de mi papá, de la generación de los 70’s, pero el capitalismo y la ilusión de una vida tranquila sin que me jodan me impide hacer algo al respecto.
Estoy en mi zona de confort con mi salario medianamente aceptable, mi casa alquilada, mi carrito, la niñera y así el sistema se asegura de que una persona más se quede callada sin hacer ruido pagando sus impuestos y sus servicios básicos, consumiendo, consumiendo, consumiendo.
Según yo mi manera de protestar es escribir ¿Pero en verdad que logro con esto? ¿Porqué puta no tengo el valor para protestar como mi vecina la Violeta? Yo no nací sin causa, nací de una, soy hija de la revolución, de una mujer que creía en el socialismo y un hombre que peleó para derrocar una dictadura. Sin embargo me paralizo y no hago nada más que escribir aquí. A mi tío le dije un día, que si hubiera otra revolución yo me uniría como mi papá, él me contestó «Tu papá no tenía hijos cuando se fue a pelear». Cierto, me tengo que quedar callada por Joaquín, porque mi causa más importante ahora es él y lo que importa es ganar cada vez más billetes para darle una buena vida, y que sea un autómata más al que le vale verga lo que pasa a su alrededor.
La masacre a la comunidad LGBTI en Orlando, el violador de Stanford al que solo le dieron 6 meses de cárcel, la crisis de refugiados de Siria y tantos niños que han muerto ahogados por huir de sus casas, niños que tienen la misma edad de mi Joaquín, quien ahorita mismo está en la casa creciendo con privilegios que otros niños no tienen, la niña de 16 años a la que 33 HIJOS DE PUTA MALDITOS violaron solo porque si, o la pobre Xiomara que pasó días pudriéndose en el patio del Popo, son solo la punta del iceberg, y después de 2 semanas pierden interés porque viene el nuevo Miss Teen y como buen rebaño vemos para donde «El Gran Hermano» nos dice que veamos.
Mientras tanto aquí en Nicaragua nos compran con Wifi gratis y parques nuevos, unas cuantas camisetas rosado chicha y guaro gratis en la fiesta de turno, y solo unos y unas pocas valientes se atreven a salir a la calle y protestar por los atropellos que el gobierno hace a su gusto y antojo.
«Al pueblo Pan y Circo» decían los romanos, siglos después aún aplica en Nicaragua, solo que en nuestro caso el pan se convierte en gallinas del programa hambre cero y el circo está a la orden del día en los noticieros amarillistas. Comida y chisme, así nadie se queja y hacen la vista gorda cuando la Policía Nacional cachimbea a quien se le ronca solo porque si, lo meten al Chipote sin darle explicaciones a nadie y después dicen que los turcasos que tiene en la cara se los hizo él solo. ¡Anarquía TOTAL! No hay leyes que valgan ni autoridad que pare esta avalancha de mierda.
Pero después de escribir esto, vuelvo a mi realidad en el corazón del capitalismo salvaje, en mi oficina con aire acondicionado, al final del día agarro mi bolso, me subo en mi Hyundai de gama baja, me pierdo en el tráfico como todo el mundo, y se me pasa…………..
Texto de Mariana Rivas. Madre Psicópata
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