‘Palomita, purrunga, pollita, pinga, pirinola, pipi,’ son algunos de las palabras que por ahí escuchamos para nombrar al pene.
Mientras del otro lado, la vulva es denominada: ‘cucarachita, ranita, tamalito, chunche, cosita’.
Somos un país muy conservador e hipócrita en la que hablar de nuestros ‘sexos es casi un pecado capital’.
Peor cuando se trata de enseñarle a niños y niñas sobre sus genitales. Ni el padre, ni la madre y mucho menos la abuelita (o) están dispuesto a decirles de qué se trata ‘eso’ que tienen entre las piernas. Y en la escuela, ni pensarlo, el famoso Manual de Sexualidad, por ahí debe andar empolvado entre los módulos del MINED.
Así que uno va por la vida aprendiendo, y entiéndase ‘va por la vida’ como que uno aprende a las malas.
Y sabe del pene porque en la calle te acosan sexualmente, tus amigos te muestran pornografía o en la calle un maje se pela el pene y se lo jala mientras te persigue, y en el peor de los casos; tu padre tiene relaciones sexuales con su pareja enfrente tuyo o te convertís en una de las tantas víctimas silenciosas de ‘violencia sexual’.

‘Al pan, pan y al vino, vino’
Una vez que mi hijo empezó a hablar y hacer preguntas le enseñé que «los niños tienen pené y las niñas tienen vulva». Tal como también le enseñé que tiene: oído, nariz, boca, barriga, sobaco, brazos, rodillas, codos, piernas, cuello y en fin todas las partes del cuerpo. Tiene tres años y es la información a la que puede tener acceso en este momento.
Luego me preguntará ¿cómo nacen los niños? Aunque ya sabe que las madres los tienen en las ‘pancitas’, y eso porque ha visto fotos de su embarazo. Y claro le he dicho: «ahí en mi pancita, estabas vos».
Sin embargo creo que todo debe saberse a su tiempo. Con los años, las y los especialistas pediátricos, dicen que los niños van preguntando y advierten que cuando le enseñamos sobre la base de fantasía, mariposas, abejas y cigüeñas, las y los niños están en mayor riesgo de ser víctimas de abuso sexual.
Decirle los nombres de las partes de su cuerpo, advertirlo que nadie lo debe tocar, enseñarle a limpiarse solo, bajarse y subirse su ropa cuando va al baño, decirle que nadie lo debe estar viendo desnudo, ni él ver a nadie desnudo, son algunas de las cosas que debemos irles enseñando de manera sencilla, sin prejuicios, sin fantasía. Y claro que mientras se le enseña, hacer preguntas de reforzamiento, para estar seguros que comprendió todo.
El abuso sexual silencioso

El abuso sexual esta a la orden del día y se acrecienta cuando hay muy poco respeto por la niñez. Acciones como bañar al niño y jalarle el pene, ver pornografía frente al niño (a), poner a niños (as) desnudos a bañarse juntos o como cuando el padre sostienen relaciones sexuales frente a su hijo; son actos que constituyen un delito de abuso sexual, y que sépanlo o no, pero están contemplados en el Código Penal de Nicaragua. La punta del iceberg es la violación.
Enseñarles a nuestros hijos e hijas a respetar su cuerpo, quererlo, cuidarlo, pero también ser nosotras madres y padres quienes les respetemos su cuerpo, es el primer acto de empoderamiento para evitar un delito sexual. Las niñas y los niños deben saber que nadie debe tocar su cuerpo y que en el mundo hay ‘gente buena y gente mala’, y que esa ‘gente mala’, puede hacerle daño.
Comprenderlo significa haber encendido una alerta en nuestros hijos. Una alerta que podrá protegerlo del peligro de los delitos sexuales. Hay cantidad de información al respecto.
Las animo a buscarla y compartirla, podríamos estar reduciendo esa estadística silenciosa de violencia sexual en un país que no respeta a la niñez, que raya en lo moralista, que no habla de sexo y sexualidad, porque es pecado, pero dónde las estadísticas revelan que es en el ‘hogar donde esta el abusador’.