A Diana Gutiérrez Hernández la violaron, la desmembraron, la mataron, la enterraron en una letrina donde permaneció casi un año después de su desaparición cuando su asesino no aguantó las ganas de presumir su crimen y comenzó a contarlo en el barrio La Primavera, el mismo que habitaba la niña de 12 años.
Era mujer, era pobre, estaba marcada para ser ignorada. Su madre y abuela, dos mujeres ‘solas’, visitaron todos los centros médicos públicos y claro, también fueron a la que antes era la institución encargada de investigar delitos, pero tampoco hicieron nada.
Nadie vio. Nadie supo. Nadie investigó nada. Los medios publicaron su historia, y la de otros tres niños, pero como era contenido exclusivo tenías que haber pagado para leerlo, pero el pobre no tiene para comer, tampoco para Internet y menos para pagar noticias exclusivas que NUNCA deberían cobrarse.
Ahora apareció asesinada, pero nadie ha dicho nada. Nadie se indignó. Nadie levantó una mano para demandar justicia por su vida. Una niña que, como a muchas otras, cada año la violencia machista les arrebata la vida.
Su crimen me duele, me llena de rabia. La vida de las mujeres a nadie le importa. Las mujeres no valemos nada. Excepto cuando salimos a la calle a plantarle cara a Ortega, porque ahí somos luchonas y penconas. Y nos hacen canciones y videos, pero ¡ay de vos! que tengas la osadía de demandar te traten como ciudadana, como ser humano, como persona.
No valemos nada porque nuestros asesinos no son solo rojo y negro, son azul y blanco, anaranjados, verdes, rojo… son de diferentes colores, pero siempre unidos por un sentimiento de pertenencia de nuestras vidas. Y es así como las toman, las arrebatan, las desechan.
Han asesinado a 24, pero nadie dice nada. Y si te atragantas de indignación, de rabia, de furia no dejas de ser una histérica exagerada que además estas ‘orinando fuera del guacal’ porque resulta que lo único importante en este momento es sacar a Ortega-Murillo.
Pero realmente nunca les ha importado la vida de las mujeres ni con Violeta de Chamorro, ni con Alemán, ni con Bolaños y menos con Ortega. Tantos años luchando en las calles en demanda de nuestros derechos y en lugar de avanzar vamos retrocediendo. Ya ni siquiera hay instituciones dónde se dé prioridad a la investigación de asesinatos de mujeres.
El Estado tiene culpa y es responsable que cada año aumente la cifra de mujeres asesinadas, pero este problema nos debería importar a todos. Esto es de compromiso, reflexión, de desaprender, de perder privilegios, de reconocer a la otra, de detener la violencia, esa que no para encerrando de por vida a los asesinos, así que no sean hipócritas dándose golpes en el pecho o llamándose aliados… al menos tengan cara para asumir que la vida de las mujeres para ustedes no vale nada.
¡LAS NIÑAS NO SE TOCAN, NO SE VIOLAN NI SE MATAN!
Es lamentable q hasta las comisarias quitaron para volverlos un delito comun, sin seguimiento, sin sentimiento, un numero mas, me entristece mi corazon, por que es la hija de alguien, la hermana de alguien, la nieta de alguien….
Ya nadie levanta denuncias.
Maryórit, entiendo que esta niña vendía en las calles, el pinolillo que hacía su mamá. La pobreza, obviamente, la empujaba a salir a las calles y exponerse ante tipos aberrantes como este muchacho que la asesinó.
Un muchacho, que entiendo, sufrió la pérdida de su madre por ahorcamiento. Un muchacho consumido por las drogas, y seguramente las más dañinas. Un muchacho sin educación, sin formación, con serios problemas de salud mental, con demonios internos, que lo llevaron a lo más bajo que puede hacer un ser humano, asesinar.
Cuando la niña se perdió, en el barrio hubo una intensa búsqueda, Pero el tiempo pasa, y no habían señales de ella. Lo digo, porque ahora trabajo en una empresa, que está a pocos metros de la casa donde fue asesinada la niña. Los vecinos se preocuparon, todos pensamos en ese suceso, se siguieron las noticias, pero su nombre se fue olvidando poco a poco, con excepción, seguramente, de su familia.
Ese barrio es difícil. Las drogas y delincuencia ha ido en aumento, empujado por la difícil situación económica que enfrentamos en Nicaragua.
Pero nada, nada en este mundo, justifica el atroz accionar de este muchacho, casi un niño, que era temido por los vecinos, debido al un curriculum tenebroso. Me dolió la muerte de la niña, me impactó la forma en que sucedió, y lamentablemente, su muerte, será una lección para muchos que confían en dejar al Sol y a viento a sus hijos.
En lo personal parezco loca con mi hijo cuidándolo porque hay tanto riesgo y el mundo es tan hostil que no puedo confiarme. Sin embargo, ese hombre que la mato no merece justificación por el hecho. Ojala lo condenen y lo mantengan bien preso y no lo saquen después para usarlo en matar a otros en medios de esta crisis.
Cuando empiece el pueblo a linchar y matar a los violadores y asesinos de mujeres, se va a parar tanta violancia
Nada justifica la violencia, ni el licor, ni las drogas, ni el abandono familiar, ni la pobreza! Es Estado tiene la obligación constitucional de proteger a la niñez y la adolescencia en todos los ámbitos…