Hace un mes visité al médico en busca de medicinas que me ayudaran a recuperar mi voz. El doctor, muy amable, me revisó la garganta y dijo tenía una pequeña inflamación que con tratamiento desaparecería en termino de dos días.
Han pasado tres meses y sigo disfónica. Ni la medicina, ni los té de menta o de gengibre, ni el ingerir mucho líquido, ni nada, pero nada me ha logrado ayudar a recuperar mi voz de mujer chillona y mandona. ¡Extraño mis carcajadas!
Hace varios días que llegué a la conclusión que mi dolencia no se debe a una simple inflamación, sino a que ando algo atorado en la garganta. Entre pecho y espalda que no permite que sane. Y no me salgan con la vulgaridad de que es un pelo.
El cuerpo enferma
He notado que mi voz mejora con el cambio de ánimo, pero la ronquera no desaparece del todo y hay días en lo que francamente con costo se me escucha. Esos días, como toda extremista, suelo pensar en que no quiero ser muda. Mi hijo también se aterra y dice: «No mamá porque entonces cómo vas a decirme: te amo».
Siempre he sido bien escéptica en estos temas. Soy de la que lee el horóscopo, pero ni le cree. Es más una tarea mañanera de puro ocio. Pero ahora, no es que le crea, ni que haya leído que iba a pasar tres meses disfónica. De hecho no sé ni por qué lo asocio con el horóscopo, lo que quiero decir es que ahora si creo en eso que dicen que «el cuerpo somatiza el dolor del alma».
¿Les ha pasado? En mí realmente es algo nuevo. Soy una persona que poco se enferma, pero siempre lo asocio a algún desgraciado virus como el famoso chikungunya que por suerte no me ha pegado… aunque ahora que lo pienso casi siempre me enfermo los 24 o 31 de diciembre. El año pasado no me dio tiempo de hacerlo.
Me duele Nicaragua
Mi dolor, es el de muchos: Nicaragua. La situación nos tiene jodido. Y aunque quiero a mi país y admiro la fuerza y el coraje de nuestro pueblo digno, es imposible negar que expulsar a la dictadura Ortega-Murillo (y su séquito) nos dejará bastante abatidos en fuerza física y emocional.
A mi me ocurre que un día es un positivismo extremo; otros soy una magdalena llorando; aquellos en que no quiero saber de la crisis y paso ausente, y otros en que me meto de cabeza y paso el día escribiendo, condenando, demandando justicia desde los espacios posibles.
Siento que soy bipolar. No mantengo un ánimo estable. Y a veces cuando me preguntan: ¿qué va a pasar? Hasta me extraña que me pregunten ¿por qué de donde voy a saberlo?. Y quisiera saberlo y así todos calmáramos nuestras ansias y deseos de sacar a este par de ratas inmundas.
Así ando yo y me pregunto: ¿cómo se han sentido ustedes?, ¿andan bien de ánimos o nos vamos todos al siquiatra? Por ahora iré a hacerme otro té de menta.
Estoy derramando lágrimas por que esa es la enfermedad que tengo! Es un sentir tan profundo que me ha mantenido depresiva este año y medio.
Te abrazo de forma virtual. Nos duele, pero tenemos que seguir. Sacar fuerzas no sé de dónde, pero saber que se tiene que terminar porque se tiene que terminar. Y va a terminar. Fuerza hermana!
Saludos Maryorit!!
Compartimos tu dolor y sentir. Creo que la bipolaridad es sobrevivencia, tratar de escapar a veces de una realidad que nos agobia, nos entristece y nos enferma, literalmente.
Nadie tiene la certeza de lo que pasará, pero muchos deseamos con ansias que todo termine pronto. Y poder recuperar nuestras vidas, que han sido golpeadas y cambiadas sin nuestro consentimiento.
Eso mismo recuperar nuestras vidas en ese país por el que tanto hemos apostado y luchado. No es justo que dos locos nos tengan presos de todo. Y no reprimamos nuestro sentir es natural que después de un año de dolor, llanto, conflicto el cuerpo no lo resienta..